lunes, 10 de febrero de 2014

martes, 25 de mayo de 2010

mapa de pinballs de Barcelona


Con el callejero de pinballs muerto, he abierto sin pensarlo este mapa de google personalizado...
Mapa de pinballs de Barcelona


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lunes, 10 de septiembre de 2007

Delia Derbyshire


Qué decir, mejor que hable el vídeo por él mismo:





sábado, 8 de septiembre de 2007

sex-o-phone y gasolina




con el dibujo más feo de la historia de mi fotolog ilustro esto:



http://www.20minutos.es/noticia/256869/0/sexo/virtual/recargas/



Menores portuguesas se ofrecen a tener sexo virtual en chats a cambio de que les recarguen el saldo de sus teléfonos móviles, según un informe que recoge hoy el periódico Diario de Noticias.

El estudio señala que en cualquier sala de chats abierta a todo el público se pueden leer propuestas como la de la chica de 14 años que se hace llamar Dina: "Hola a todos. Hago sexophone a través de la cámara del teléfono móvil, pero sólo si me recargan el móvil".

Renato Montalvo, uno de los autores del estudio, indicó que hay "chicas con 14 años que hacen sesiones de 'strip' y masturbación ante las cámaras web o móviles para personas que no conocen a cambio de recargas de 10 euros".

Tras el contacto inicial en el chat, se realiza el pago a través de internet y cuando la menor recibe el mensaje de que su saldo fue incrementado en la cantidad fijada comienza el "espectáculo", aunque hay ocasiones en las que se exige un breve adelanto para comprobar el "material".




La autoexplotación siempre me ha fascinado, y más cuando está tan descaradamente al borde (o fuera) de la legalidad. Y eso que, en el fondo, es algo tan habitual...: todos nos autoexplotamos en mayor o menor medida...



El tema es que cuando leo noticias de estas siempre me pregunto dos cosas:

1. ¿Estas chicas lo hacen por placer además de por dinero? Quiero pensar que la gran mayoría sí (mi parte perversa quiere pensar que ellas son unas guarras y están orgullosas de ello), aunque quizás sea solo por necesidad (de dinero), porque la vida ya les ha enseñado que la moneda de cambio sexo-poder es lo que mueve el mundo, y tener que trabajar (esto es, entregar tu tiempo de vida y tu esfuerzo) para poder gastarse la pasta en ropa y/o cubatas es una tonteria si resulta que en lugar de eso puedes utilizar tu cuerpo como fuente de ingresos, cosa mucho más fácil y cómoda. Masturbarse frente a una webcam por 10 euros de recarga Movistar es un paso lógico (aunque algo desviado) en este mundo de dinero fácil en el que los niños quieren ser futbolistas (o famosos, o cualquier cosa que les de pasta, poder y fans) y las niñas modelos (o actrices, o famosas, o novias de famoso); estas camgirls menores están en la misma familia que las camgirls profesionales, las prostitutas del mundo real, las actrices porno y las pseudo-modelos preadolescentes de internet, pero tambien en la misma familia que las neocelebridades de myspace y youtube que desde sus dormitorios suburbanos de teenager consiguen millones de views y fama (y contratos en tv, véase /Brookers) haciendo playback frente a su webcam o cualquier otra tontería. En la lógica de internet, ante la webcam, la diferencia entre enseñar tetas/genitales o bailar una canción es solo circumstancial; el mecanismo es el mismo. Pero bueno, es normal, en este mundo (que funciona con la gasolina del dinero) todos sin excepción somos unas putillas buscando maneras de llenar el depósito, el único límite para decidir qué haremos a cambio de dinero es nuestra propia moral. Así que, si tienes un deje exhibicionista, ¿por qué no lucrarte con ello? Lo que nos lleva a la siguiente pregunta...

2. Me pregunto qué surge antes en estos casos, la oferta o la demanda (¿a cual de las dos partes del intercambio se le enciende primero la bombilla?), que es tan absurdo como preguntarse lo del huevo o la gallina, porque exhibicionistas (rol tradicionalmente femenino en nuestra cultura -y sospecho que en todas-) y voyeurs (masculino) siempre han existido y siempre existirán, y el sexo a cambio de dinero se viene practicando desde muchísimo antes de la invención del concepto de dinero (y desde mucho antes de la aparición del hombre existe la relación entre sexo y poder, corriendo en paralelo a la Selección Natural).
En el fondo nada nuevo, vaya. Ya casi he olvidado que las chicas de 14 años de mi generación iban en chándal y no parecían tener madera de stripper. Lástima (o algo).



Ahora, si me disculpáis, me marcho a vender mi alma (y algunos órganos vitales) en eBay. Ya os pondré el link.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Martha Plimpton en los Goonies..



yo siempre he tenido un gusto raro en lo a que mujeres se refiere... me gustaba Rossy de Palma, después me gustaba Paz Padilla y en mi infancia ochentera con Los Goonies en lugar de fijarme en la cheerleader Kerri Green me fijaba (y aún me fijo) en su amiguita patitofeo Martha Plimpton (aunque en este caso tengo el consuelo de tener el mismo gusto que River Phoenix).

para aspirantes a stalker con el mismo gusto por las caras de pato que River Phoenix y que yo, aquí:
http://www.myspace.com/marthaplimpton

domingo, 12 de agosto de 2007

Pili y Mili


sí, también soy fetichista de las gemelas en general

martes, 7 de agosto de 2007

Tinderstick

(esta historia sucedió en primavera del 2005)

Son las 4 y media de la madrugada de un miércoles de mayo. Estoy solo en una parada en la calle Urgell de Barcelona, esperando el NitBus que me llevará a casa.
Lo que yo llamo una “situación típica de peligro”.
Odio estar en la calle a las tantas de la noche. Odio aún más tener que estar en un sitio así sin moverme, obligado a esperar, parado indefinidamente hasta que llegue mi bus. Pero lo que odio más es estar aquí solo. No lo soporto. Cada persona que veo caminando por la calle me parece un posible atracador.
Será que he visto demasiadas películas. Este tipo de situaciones que parecen sacadas de una clase de guión de primer curso, con todos y cada uno de los ingredientes arquetípicos; solo falta la música anticipatoria. Las he visto en miles de películas.
Y por eso creo saber lo que viene a continuación.
Llega alguien cruzando desde la otra acera de la calle.
Elegante.
Su aspecto, la forma en que va vestido, recuerda al cantante de los Tindersticks, americana y pantalones negros como las que tambián podría llevar Nick Cave. Su cara me hace pensar en la del actor que dobla la voz a Bruce Willis, creo que también presentaba hace unos años un programa nocturno de sucesos.
Night people.
Actitud sospechosa, parece nervioso, o quizás tímido. Mira el horario de los autobuses nocturnos en el poste de la parada.
Odio estas situaciones. Veo a venir un atraco, con la típica estructura que ya he vivido anteriormente: el atracador te pregunta algo trivial para romper el hielo (su hielo) y después de tu respuesta saca una navaja. Independientemente de cual sea tu respuesta, saca una navaja. Siempre recordaré la pregunta que me hizo mi primer atracador: “¿Tienes cinco duros pa’ llamar?”. Ocho mil pesetas y mi walkman.
Tinderstick rompe el hielo:
-Se coge aquí el N3?
-No, creo que no.
-Pues vaya putada.
La verdad es que no tengo ni idea de dónde sale el n3, solo conozco los n2 y n14. Le digo que camine hasta Plaça Catalunya. Mientras estoy diciéndole esto veo que el tío tiene una mano metida en el bolsillo de la americana de manera que uno puede pensar que esconde una navaja; lo veo claramente, pero no le hago ver que lo he visto, es lo peor que le puedes hacer a un atracador indeciso; esto y mostrarle que tienes miedo. Intento disimular mi miedo, mostrar seguridad y naturalidad y mirar fijamente a mi interlocutor mientras me explica que quiere ir a Esplugues.
No sé si el n3 va hacia a Esplugues.
Su mano sigue dentro del bolsillo, agarrada a algo. No sé porque no llega a sacarla.
Quizás porque se acercan dos chicas caminando.
Él se aparta de mí mientras me dice que se va, deduzco que en dirección Plaça Catalunya a coger su n3.
Por un momento me siento salvado de algo feo.
Pero las chicas pasan de largo. Son rubias y parecen extranjeras de Erasmus, seguro que llevan mucho más dinero encima que yo. Ni siquiera se paran a mirar los horarios de autobús.
El tío no está marchándose. Se ha quedado a unos metros, quieto, quizás evaluando si vale más la pena atracar a las dos rubias. Veo que tiene algo en la mano, un objeto parecido a una navaja cerrada; mira el objeto fijamente, como si no acabase de decidirse a atracarme.
Parece una navaja.
Las chicas ya están lejos, veo que el tío se me acerca rápidamente y reacciono mirándolo fijamente mientras me aparto unos pasos. Él no se acerca más. Lo miro a los ojos, escaneo su cara, intentando no mostrar miedo. Se ha quedado quieto, indeciso. Realmente me ha parecido que se abalanzaba sobre mí, pero no me lo acabo de creer. No debo. Si me lo creo el miedo saldrá a la superficie y entonces estaré perdido.
-Creo que me quedo –me dice-. Cogeré un bus y bajaré en Plaça Espanya.
Está tan nervioso como yo.
-Bien hecho; pídele al conductor que te diga dónde puedes pillar un N3. Ellos controlan de esto –le respondo utilizando expresiones coloquiales para intentar simular normalidad, tranquilidad, también complicidad. La empatía a veces funciona en estos casos. A mi primer atracador le solté un rollo sobre lo mucho que entendía su situación de yonqui (no sirvió de mucho, aunque me dijo sinceramente "tío, lo siento, estoy enmonao" con los billetes en la mano).
La navaja cerrada continua en su mano.
La navaja o algo parecido a una navaja.
Muy parecido.
-Mira, ahí viene uno –me dice.
Se acerca un NitBus a lo lejos. Miro el reloj:
-Ya era hora.
Ya está suficientemente cerca como para leer el número. Es un N1. Yo necesito un N2 o un N14, pero no puedo quedarme más tiempo al lado de este tío.
-Es el tuyo? –me pregunta.
-Sí.
-Creo que también lo cogeré.
-Guay. Ya te digo, pregúntale al conductor.
No sé dónde me dejará el N1, pero en este momento estoy seguro de que, me baje dónde me baje, este tío bajará tras de mí y acabará el trabajo. Y si por el contrario no subo, probablemente él tampoco lo hará.
Argh. Estoy atrapado.
Y entonces veo que otro NitBus viene detrás del N1, enganchado de manera que no lo he podido ver hasta que se han acercado lo suficiente.
Es un N2.
Y de repente estoy salvado.
A esto en clase de guión lo llaman “Deus ex machina”.
Pero esto no es un guión. Aunque pueda parecerlo.
En la calle lo llaman “potra”, “leche”.
“Suerte”.
Los dos NitBus llegan a nuestra parada, juntos. Me muevo rápidamente hacia el segundo, el otro, mi N2.
En las pistas de basket a esto lo llaman FINTA.
Subo al N2.
Nadie más sube conmigo.
Saco mi cartera para marcar mi tarjeta de Transports Metropolitans de Barcelona. Esta tarjeta cuesta casi tanto dinero como el total de lo que llevo encima, una miseria para cualquier atracador.
Las puertas del N2 se cierran.
La vida está llena de “Deus ex machina”.
Entretanto, Tinderstick ha desaparecido. No parece que haya subido al bus de delante, pero tampoco lo veo en la calle. Los dos NitBus arrancan y sigo buscándole entre las cabezas de los pasajeros hasta que los caminos de los dos buses se separan.
Creo que el N1 va hacia a Esplugues... aunque no podría asegurarlo.
La verdad, no tengo ni idea.
Un atracador elegante pero indeciso… “Se parecía al cantante de los Tindersticks”, pienso, aunque no me acuerdo de la cara que tiene el cantante de los Tindersticks ni estoy seguro de que vista de esa forma, nunca he sido fan. Tendré que buscar una foto en internet. En cualquier caso, Tinderstick se parecería a la imagen mental que tengo del cantante de los Tindersticks.
Es todo una cuestión subjetiva.
Y entonces empiezo a dudar sobre lo que ha sucedido.
De la misma manera que no puedo asegurar que lo que llevaba en la mano era una navaja, tampoco puedo saber si Tinderstick pretendía realmente atracarme o solo era una persona tan asustada como yo, esperando el NitBus junto a un desconocido.
Nunca lo sabré.








Junio de 2005