domingo, 12 de agosto de 2007

Pili y Mili


sí, también soy fetichista de las gemelas en general

martes, 7 de agosto de 2007

Tinderstick

(esta historia sucedió en primavera del 2005)

Son las 4 y media de la madrugada de un miércoles de mayo. Estoy solo en una parada en la calle Urgell de Barcelona, esperando el NitBus que me llevará a casa.
Lo que yo llamo una “situación típica de peligro”.
Odio estar en la calle a las tantas de la noche. Odio aún más tener que estar en un sitio así sin moverme, obligado a esperar, parado indefinidamente hasta que llegue mi bus. Pero lo que odio más es estar aquí solo. No lo soporto. Cada persona que veo caminando por la calle me parece un posible atracador.
Será que he visto demasiadas películas. Este tipo de situaciones que parecen sacadas de una clase de guión de primer curso, con todos y cada uno de los ingredientes arquetípicos; solo falta la música anticipatoria. Las he visto en miles de películas.
Y por eso creo saber lo que viene a continuación.
Llega alguien cruzando desde la otra acera de la calle.
Elegante.
Su aspecto, la forma en que va vestido, recuerda al cantante de los Tindersticks, americana y pantalones negros como las que tambián podría llevar Nick Cave. Su cara me hace pensar en la del actor que dobla la voz a Bruce Willis, creo que también presentaba hace unos años un programa nocturno de sucesos.
Night people.
Actitud sospechosa, parece nervioso, o quizás tímido. Mira el horario de los autobuses nocturnos en el poste de la parada.
Odio estas situaciones. Veo a venir un atraco, con la típica estructura que ya he vivido anteriormente: el atracador te pregunta algo trivial para romper el hielo (su hielo) y después de tu respuesta saca una navaja. Independientemente de cual sea tu respuesta, saca una navaja. Siempre recordaré la pregunta que me hizo mi primer atracador: “¿Tienes cinco duros pa’ llamar?”. Ocho mil pesetas y mi walkman.
Tinderstick rompe el hielo:
-Se coge aquí el N3?
-No, creo que no.
-Pues vaya putada.
La verdad es que no tengo ni idea de dónde sale el n3, solo conozco los n2 y n14. Le digo que camine hasta Plaça Catalunya. Mientras estoy diciéndole esto veo que el tío tiene una mano metida en el bolsillo de la americana de manera que uno puede pensar que esconde una navaja; lo veo claramente, pero no le hago ver que lo he visto, es lo peor que le puedes hacer a un atracador indeciso; esto y mostrarle que tienes miedo. Intento disimular mi miedo, mostrar seguridad y naturalidad y mirar fijamente a mi interlocutor mientras me explica que quiere ir a Esplugues.
No sé si el n3 va hacia a Esplugues.
Su mano sigue dentro del bolsillo, agarrada a algo. No sé porque no llega a sacarla.
Quizás porque se acercan dos chicas caminando.
Él se aparta de mí mientras me dice que se va, deduzco que en dirección Plaça Catalunya a coger su n3.
Por un momento me siento salvado de algo feo.
Pero las chicas pasan de largo. Son rubias y parecen extranjeras de Erasmus, seguro que llevan mucho más dinero encima que yo. Ni siquiera se paran a mirar los horarios de autobús.
El tío no está marchándose. Se ha quedado a unos metros, quieto, quizás evaluando si vale más la pena atracar a las dos rubias. Veo que tiene algo en la mano, un objeto parecido a una navaja cerrada; mira el objeto fijamente, como si no acabase de decidirse a atracarme.
Parece una navaja.
Las chicas ya están lejos, veo que el tío se me acerca rápidamente y reacciono mirándolo fijamente mientras me aparto unos pasos. Él no se acerca más. Lo miro a los ojos, escaneo su cara, intentando no mostrar miedo. Se ha quedado quieto, indeciso. Realmente me ha parecido que se abalanzaba sobre mí, pero no me lo acabo de creer. No debo. Si me lo creo el miedo saldrá a la superficie y entonces estaré perdido.
-Creo que me quedo –me dice-. Cogeré un bus y bajaré en Plaça Espanya.
Está tan nervioso como yo.
-Bien hecho; pídele al conductor que te diga dónde puedes pillar un N3. Ellos controlan de esto –le respondo utilizando expresiones coloquiales para intentar simular normalidad, tranquilidad, también complicidad. La empatía a veces funciona en estos casos. A mi primer atracador le solté un rollo sobre lo mucho que entendía su situación de yonqui (no sirvió de mucho, aunque me dijo sinceramente "tío, lo siento, estoy enmonao" con los billetes en la mano).
La navaja cerrada continua en su mano.
La navaja o algo parecido a una navaja.
Muy parecido.
-Mira, ahí viene uno –me dice.
Se acerca un NitBus a lo lejos. Miro el reloj:
-Ya era hora.
Ya está suficientemente cerca como para leer el número. Es un N1. Yo necesito un N2 o un N14, pero no puedo quedarme más tiempo al lado de este tío.
-Es el tuyo? –me pregunta.
-Sí.
-Creo que también lo cogeré.
-Guay. Ya te digo, pregúntale al conductor.
No sé dónde me dejará el N1, pero en este momento estoy seguro de que, me baje dónde me baje, este tío bajará tras de mí y acabará el trabajo. Y si por el contrario no subo, probablemente él tampoco lo hará.
Argh. Estoy atrapado.
Y entonces veo que otro NitBus viene detrás del N1, enganchado de manera que no lo he podido ver hasta que se han acercado lo suficiente.
Es un N2.
Y de repente estoy salvado.
A esto en clase de guión lo llaman “Deus ex machina”.
Pero esto no es un guión. Aunque pueda parecerlo.
En la calle lo llaman “potra”, “leche”.
“Suerte”.
Los dos NitBus llegan a nuestra parada, juntos. Me muevo rápidamente hacia el segundo, el otro, mi N2.
En las pistas de basket a esto lo llaman FINTA.
Subo al N2.
Nadie más sube conmigo.
Saco mi cartera para marcar mi tarjeta de Transports Metropolitans de Barcelona. Esta tarjeta cuesta casi tanto dinero como el total de lo que llevo encima, una miseria para cualquier atracador.
Las puertas del N2 se cierran.
La vida está llena de “Deus ex machina”.
Entretanto, Tinderstick ha desaparecido. No parece que haya subido al bus de delante, pero tampoco lo veo en la calle. Los dos NitBus arrancan y sigo buscándole entre las cabezas de los pasajeros hasta que los caminos de los dos buses se separan.
Creo que el N1 va hacia a Esplugues... aunque no podría asegurarlo.
La verdad, no tengo ni idea.
Un atracador elegante pero indeciso… “Se parecía al cantante de los Tindersticks”, pienso, aunque no me acuerdo de la cara que tiene el cantante de los Tindersticks ni estoy seguro de que vista de esa forma, nunca he sido fan. Tendré que buscar una foto en internet. En cualquier caso, Tinderstick se parecería a la imagen mental que tengo del cantante de los Tindersticks.
Es todo una cuestión subjetiva.
Y entonces empiezo a dudar sobre lo que ha sucedido.
De la misma manera que no puedo asegurar que lo que llevaba en la mano era una navaja, tampoco puedo saber si Tinderstick pretendía realmente atracarme o solo era una persona tan asustada como yo, esperando el NitBus junto a un desconocido.
Nunca lo sabré.








Junio de 2005

domingo, 5 de agosto de 2007

en la boca

me gustó una promo que vi ayer en [Adult Swim], un sobrio texto blanco sobre negro apareciendo por corte frase a frase en silencio que decía algo así como:

-Los jóvenes españoles se tocan la boca con la mano unas 26 veces al día de media.
-Un 86% por ciento de los jóvenes españoles se masturba viendo pornografía en internet.
-De este 86%, un 74% lo hace con la misma mano con la que utiliza el mouse.
-Así pues, si tu amigo te deja su portátil para consultar el mail, ¿qué posibilidades tendrás de acabar con espermatozoides de tu amigo en la boca?